lunes, 6 de junio de 2011

El Poder del Pasado

Te vi, necesariamente te vi. Recordarte en estos momentos ha sido el bálsamo de mis complejos, tantos por estos lados del tiempo. No entendía realmente qué hacía yo escarbando en los más profundos recuerdos de mi pasado, no comprendía el porqué. Solamente disfrutaba el poder recordar: cerraba mis ojos para contemplar una pantalla con un erizo azul corriendo por muchos lugares, y al frente de dicha pantalla un niño lleno de ilusión, fantasía, y un control de consola húmedo por el sudor de sus heladas manos, producto de los nervios. Él pensaba que derrotando al jefe final, conquistaría el mundo. Por lo menos lo hizo, así, con su mundo; recordar miles de tardes de lluvia, al salir, correr, disfrutar del regalo del cielo en las frías jornadas otoño-invernales, mientras con chaqueta -o sin ella- correr por las calles mojadas, bajo los árboles mojados, sobre el cielo nublado que me entregaba la dicha de la lluvia, y que tras ella venía el nuevo amanecer del arcoíris, la dama cordillera vestida de blanco, y el cielo cobrizo del atardecer, que invitaba a pensar en otra jornada igual; recordar los pasajes de mi pubertad, donde encontraba sin querer el lugar al cual pertenecía, o creía pertenecer. Y con ello, recordar esas tramas animadas que me hicieron perder el sueño, gritar, emocionarme al punto de llorar por aquel final que me perdí, y nunca pude volver a ver. Es cierto, dejé varias cosas inconclusas, ahora puedo terminarlas.

El recuerdo viviente que me trae mi juego de la infancia no dejará de latir. Soy un convencido de que seguiré jugando hasta que sea ya viejo, y de verdad las consolas con controles, cables y cartuchos se vayan al más profundo olvido. Hasta que eso pase, seguiré jugando y rememorando todas esas veces cuando me sentí dueño del mundo, conquistador de las más arduas dificultades, y acreedor de todos los premios. Lástima para mi que ese mundo no pasaba la puerta de mi casa. Son un bello recuerdo que me inspiran constantemente a no fallar, a no darme por vencido, a no claudicar, ni ser abatido por la adversidad.

La hermosura de los pasajes lluviosos me traen nostalgia de mis tiempos primeros, ya sera por su característica natural de atraer el pasado a las personas, o por mi gusto por ella. Tal vez sea por ambas. Sentir gotas de lluvia en el rostro, en el pelo o el escuchar el murmullo de las gotas al caer es algo invaluable, único. Irrepetible porque cada gota tiene su esencia y su historia. La lluvia siempre me invita a inspirarme en la vida, en lo perceptible de lo hermoso de nuestro mundo, pero que nuestro orgullo tapa con la más ridícula de las vendas.

La serie favorita de mi pre-adolescencia todavía la tenía guardada como una canción con un final desafinado: fanatizado por dicha trama, comencé a seguirla sin control, todas las noches. Misma hora, mismo canal. Lástima, me perdí el último capítulo -o al menos eso pensaba yo, antes de saber que no era así-. Al otro día la vi, la estaban repitiendo desde el inicio. Llanto desconsolado, incomprensible, hasta inmaduro. Pero con tanto sentimiento que no podía ser controlado. Dicha serie animada me convierte todavía en un apasionado por lo que siento, y de ubicar el tan ansiado norte que mi corazón necesita, con lucha, pasión y amor.


Quizás se me han quedado muchas cosas en mi mente, pero no me pondré a contarlas todas. Simplemente estos recuerdos me han hecho revivir ciertas cosas que no hacía hace mucho, y que de ellas saco la mayor lección: el valor por las cosas simples, sencillas, de la vida.


Gracias, Dios, por darme la oportunidad de rememorar mi esencia.

:)

1 comentario:

Ariel Cruz Pizarro dijo...

Me llegó Jonathan, aunque no juegue Sonic. Realmente es genial, no tan sólo rememorar nuestro pasado, nuestra niñez, sino que también es entretenido comprobar que nuestra esencia pervive pese a todos los cambios superficiales que hemos tenido, algo así como que nuestra esencia es la profundidad del mar ... y los cambios nuestros vienen a ser las olas en alta mar (se te hace conocida la metáfora?).

Mis saludos, ahí hablamos, yo escribiré un par de cuentos más para cerrar "el libro".