jueves, 27 de mayo de 2010

Por algo no tenemos agua en las venas...

Ah vida... nunca me ha gustado enfadarme. Pienso que, en ese estado, uno deja sencillamente la grandísima.
Y es verdad: creo que, de una manera u otra, estás siendo absorbido por unas ganas insostenibles de romperle la cara a cierta persona que te está molestando, o bien, romper eso que no puedes resolver, o que te está haciendo la vida imposible.
Cuando termino por enfurecerme, el resto del día pierde sentido. Viene un extraño relajo mezclado con adrenalina, como para poder calmar esa ansiedad y rabia. Viene un descanso, pero que no es suficiente...
Necesito, de verdad, un descanso...