Es el remedio para curar cualquier dolor. Sonreír, a la vida, al mundo, a tu entorno, a ti mismo. Es la herramienta necesaria para poder iluminar el paisaje, y cambiar la cara, tu percepción de las cosas.
Sonreír, y decir "no, hoy será distinto" y cambiar. Torcerle la mano a la adversidad, y con una sonrisa, poder decir "sí, hoy toca ser feliz".
Y ya no entiendo por qué sigo buscando lo que no voy a encontrar. Mientras encuentro más formas, mil caminos se deshacen, como no queriendo que pasen las cosas. ¿Me lo merezco? Tal vez sí.
Todo se devuelve en esta vida, todo. Causa y efecto, causa y efecto. Uno cosecha lo que siembra: sembré indiferencia, cosecho indiferencia. Causé dolor, me causan dolor, y de la misma manera. La misma jodida manera.
Asumir, ser paciente, recordar. ¡Hay que luchar! Por supuesto que hay que hacerlo. Mientras haya una, aunque sea solo una posibilidad, yo estaré ahí para tomarla. No me rendiré.
Quizás merezca tanto o más, no lo sé.
Quiero nieve en Santiago, para ir a jugar y liberarme.
Mareo. Vértigo y los ojos vuelan desorbitados, buscando una respuesta en la inconsciencia. El frío avanza a paso lento, el sol desaparece a la misma velocidad. Por un momento te olvidé, pero cuando me percaté ya habías vuelto a mi cabeza. Me sentía bien, estaba tranquilo y me daba la libertad de perpetuar los momentos.
Podía sentar cabeza y reflexionar acerca de mi situación, y dije: No, ya nada es suficiente. Bueno, la cosa es que seguiré, cueste lo que cueste
Sí, ya exploté. Ahora viene la calma, la terquedad, y la tranquilidad. No, no estoy tranquilo para nada, solo un tanto más sereno que hace 5 minutos.
Apresurar es el verbo que debo eliminar. Calma, pasión y paciencia es lo que viene... ya. No quiero nada más del deseo desenfrenado de tenerte a mi lado a costa de lo peor. Es mejor detenerse, meditar, pensar, reflexionar bien. Luego actuar, para no equivocarse.
Emociones mías que me hacen dar un paso en falso, intentaré no caer más en el juego de la desesperación.
Déjame cerrar los ojos para que tu ilusión no esté ahí. Y cuando los abra, aparezcas tú.
Ah ya. Bostezo, y pienso: "No, esto ya no puede ser...". Enésima vez te me apareciste, como diciéndome la triste verdad, pero no me interesa. No debí tomar tanto café hace 7 horas y media. Impredecible: batiste todos los records. Me quedan 15 minutos para levantarme y no sé que hacer exactamente. Mis manos están frías, y mi cabeza no saca tu imagen de ahí.
Son pocas las cosas que podré sacar el limpio. Bueno, con tres horas de sueño nadie anda bien por la vida. Ah, olvídalo. Yo me lo busqué, solo espero encontrarla.
No, no debe ser así, no. Hay que luchar!
Y mil veces luchar, sino el fantasma de la autocrítica viene a acecharte otra vez. No quiero eso. :3
Amanece... y dan ganas de levantarse para no volver a dormir hasta en un buen rato más. Sigue en mi cabeza, así me acortas el viaje. En fin, a ensayar.
Me duermo, aparezco en un túnel, oscuro. Noto el apestoso olor de las alcantarillas mientras gotean las paredes con un vapor abrumador. Siento que no puedo escapar; miro a los alrededores, observo la oscuridad; veo mis manos, veo solo oscuridad. Entonces no sé que hacer, no siento nervios, no siento nada, solo las ganas de salir. Sin descontrol, ni angustia, ni nada. Este lugar se me hace en cierta manera familiar, paso la mayoría del tiempo ahí, simplemente existiendo. En mis pensamientos aparece un haz de luz. Un punto lejano, brillante. Lo puedo ver, divisar a lo lejos dentro de la atrayente oscuridad. Resuenan voces conocidas, familiares, muy familiares. Empiezo a sentirme mal. Dolor de cabeza, de espalda, la oscuridad se mueve, en círculos, pero la luz sigue ahí. Siento que me llama, que debo ir allí. Corro, muevo mis piernas que se hunden en la oscuridad, y veo que la luz se hace más grande. Escucho más voces, escucho tu voz pidiéndome auxilio, y reacciono: Debo salir de aquí.
Comienzo a correr, correr, solamente con el objetivo de encontrarte. Me acerco a ti, a tu luz. A esa luz que vuelve mis recuerdos en medio de tanta confusión familiar. Y creo tener la razón, no quiero volver a ese lugar. Me consume, tritura mi cerebro, me distrae, pero al punto de no recordar nada, nada de lo vivido, nada de lo experimentado. Me absorbe, no. Quiero salir.
La luz crece. Me tira un rayo, me hace salir, salgo. Te veo, te abrazo y te pido perdón, diciéndote que nunca volverá a pasar. Es hora de crecer, de sentirse independiente, de salir del vicio, de apagarse.
Sentí que la luz me ayudó cuando apagué el PC, me sentí lleno de ella cuando lo cerré, y más cuando me puse de pie, y salí a mi jardín a leer.
La vida recrudece a cada paso mis pensamientos, dejan todo mi ser atolondrado por las apariencias que ciegan la verdadera visión, el verdadero carácter de las personas. Quiero entender que ya no, no es lo mismo, nunca existió, no existe y no existirá jamás, pero ahora es distinto, es singular, peculiar, viene de la persona menos esperada.
Sí, es verdad, siempre la encontré linda, adorable, tierna, todo. Nunca presagié nada, ni quería nada, solamente estaba inmerso en los andares de su belleza, tan exclusiva. Sentí algo que no debí sentir, quizás. La ocasión no era la adecuada, pero mi sangre corre más rápido cada vez que te veo cerca: empecé a necesitarte, no impulsos, ni aventuras. Solo que empecé a preocuparme de ti, de cómo estás, de que si estarás ahí en esas horas en esos lugares. Te abracé, y sentí algo que hizo detener el tiempo y olvidar el espacio. Solamente estabas tú, yo, y mi mano acariciándote la cabeza para que no siguieras llorando. No quiero verte mal, no me gusta verte llorar, aunque hasta así te ves adorable.
Es tarde, debería dormir, pero anoche no te me salías de mi cabeza. Hoy tampoco, mañana quizás, pero siempre estás ahí, y quiero darte mi apoyo, mi confianza, porque sí, algo me pasa contigo, algo quiero tener, algo que no es casualidad. Dame un respiro, un susurro, una mirada y me daré por recompensado. Sabes perfectamente que puedes confiar en mi, pero quiero que tu seas la que ande feliz por la vida, independiente de todo tipo de cosas o personas que se interpongan en el camino. Me dices "te quiero", e intento tomarlo como algo normal, pero lamentablemente no puedo hacerlo. Sí, estoy dudando otra vez.
No puedo nunca estar seguro de lo que siento, no puedo. Existe alguien todavía que ronda por mis sesos, que no quiere detener su existencia ahí, pero que ya casi está suprimida. Quiero decirte que te quiero mucho, más de lo que piensas tú, y toda tu percepción acerca de mi. Dame un respiro, y déjame esta noche soñar con aves, paraísos, montañas, nieve, pero no te me aparezcas, porque estaré allí, presente, con ganas de correr, ir, abrazarte y tomar tu cabeza, entrelazar nuestros dedos, y no podré detenerme hasta que termine por darte un beso. Sí, te quiero. Quiero que no estés así, despavorida por el mundo. Quiero ser tu guardián, tu fiel caballero que lucha por y para ti, siempre hidalgo, fuerte, fornido ante cualquier adversidad. Lamentablemente no soy musculoso, ni atrevido, mas bien débil y muy tímido (aunque no lo creas), pero quiero ser tu guardián,tu caballero, tu salvador. Y cada vez que te encuentres en la adversidad, estar ahí para cuidarte, protegerte, darte un abrazo, y acariciar tu cabeza.
De verdad eres alguien muy emocional. Quiero darte las gracias por hacerme sentir distinto por una única vez. Ahora me iré a dormir
Vengo a decirte que no quiero seguir con esto. Ya no te diste cuenta de lo que siento, que todo era un chiste, una broma, algo de quien tiene 5 años, sí. De un niño, de un amor de niños, de una admiración ciega, de un amor ciego, de un amigo que te cuenta todo. No, ese no soy yo, ese es quien intenta ser poco sincero contigo ocultando lo que de verdad siente, que ya no existe.
Moví mi cabeza diciendo "sal de mis pensamientos" para que al final te dignaras en dejarme tranquilo, pero por más que lo intento, no puedo. Estás ahí, permaneces ahí, y tu voz y el sabor de tus labios se guardan tan adentro que no los puedo sacar. Siento que me comen la cabeza las frases que te escuché decir esa vez que te vi, que corroen mi supuesta voluntad. No puedo evitar estremecerme ni sentir culpa al tener que desviar la mirada cuando estás a mi lado, como haciéndome el interesante y pidiendo tu atención. Me dolió cada una de tus palabras que desviaron nuestros temas de conversación, como una flecha en el corazón recuerdo tus labios recitando las quizás rutinarias palabras que tienes para mi. Y aunque creo va a doler, prefiero dar un paso al costado. Sí, eres linda, eres simpática, pero eres demasiado ciega como para no poder darte cuenta de lo que sentía por ti.
Y me di cuenta de que tu despreocupación por el mundo te hacía la hermosa, pero tus excusas contaminaron tu ser idealizado, te aterrizaron, te hicieron otra más que rechaza mi amor, pero prefiero que sea así, miles de veces, a que no estés feliz conmigo.
Ojalá que algún día pueda volver a mirarte con otro lente, ese que se ponen los enamorados correspondidos cuando encuentran por fin a su amada. Yo te digo adiós, aunque sea innecesario, porque no lo notarás, ni te darás cuenta, ni te alertarás, ni reaccionarás. Seguirás tu vida tranquila como si nada (sí, NADA) hubiese pasado, y seguirás con tu universidad, tus amigos. Sí, haré lo mismo, no por copiarte, no por imitarte, sino que este mundo me condena a hacerlo. Hacer cada día más cosas para poder olvidarte, lástima que en cada cosa que haga te me aparezcas como si nada, en una nube, en una brisa, en el metro, o en un bus. En una canción, o cuando cierro los ojos y te imagino frente a mi, dando ese tan ansiado beso que no sirvió de nada al parecer.
Tengo sueño, y me dan ganas de decirte tantas cosas que nunca leerás, pero debo irme donde Morfeo, que me tendrá -como todas las noches- su dosis de sueños. Te volveré a ver, lo sé, pero no será lo mismo.
N. de Joku: A continuación leerá un texto donde se cita y da referencia a una serie llamada Inuyasha. Si no la conoce, se la recomiendo completamente
Y terminó: tras años de seguirla, al fin terminé de ver InuYasha, y sí, estoy llorando. Lloro porque sí, es verdad, me encariñé con la serie, el personaje y las situaciones, las circunstancias, y el deseo por tener una vida así, llena de nuevas experiencias, en este mundo cada día más monótono.
Justo a horas de cumplir un año más de vida, he concluido con una de las etapas más lindas que he tenido. Inuyasha y sus amigos me hicieron ver un mundo nuevo, donde me sentí inmerso, en cada capítulo, en cada pelea contra Naraku, contra los otros enemigos que aparecieron en el camino. En cada momento en donde todo parece perdido, el amor, la amistad ganan por sobre la codicia, la avaricia, el miedo, el odio y la desesperación. En esta serie encontré esos valores que quiero para mi, así como la aventura y como la relación que existe entre Inuyasha y Kagome (n. de Joku: Para la adaptación al español latino, se decidió cambiar el nombre a Aome, por eso todos la conocen por ese nombre, no por el original) es algo que quiero para mi: un amor incondicional, perpetuo, puro.
Tuvo que pasar cuatro largos años para volver a verla, esclarecer las dudas y olvidar el dolor del final que nunca existió. Ahora me emocioné mucho con los últimos capítulos de la primera temporada, además de los de la temporada final, todos con un encanto individual, uniendo todo el hilo de la historia hasta llegar a la batalla final, y al desarrollo de los eventos tras la muerte de Naraku.
He terminado una etapa: mi infancia puede estar completa, mi mundo de pequeño por fin terminó de construirse. Pude tener la satisfacción de completar esa parte de mi vida que jamás pensé concretar. Gracias Dios por esto.
Siempre supe que lo bueno, dura poco. Bueno, Inuyasha es una de las grandes excepciones a esa regla. En fin, estoy contento. Triste por terminar un proceso, pero contento por poder haber encontrado esa pieza que le faltaba a mi vida.