lunes, 5 de marzo de 2012

Reflexiones de un caído

Anoche lloré, mucho. La pena salía muda, silenciosa. La rabia se contraía, encontraba un lugar dentro de mi. El llanto desconsolado proseguía su marcha apresurada, mientras mis ojos derramaban salmuera llena de culpa de mis ojos.

Quise ser vapuleado. Quise ser humillado, morir y ser arrastrado por todo Santiago. Ser apuntado con el dedo, ser culpable. Lo soy, sé que lo soy. De muchas cosas soy culpable... de todas las cosas soy culpable. Siempre ganaste, siempre perdí.

Ya quisiera yo estar bien por la decisión. No puedo, es como un hechizo seguir pensando en ti. Algo me obliga a hacerlo, algo desconocido. Hacerlo y nunca más,

Quiero encontrar la paz que tanto busco ahora. Estoy solo. Ahora cómo desearía guardarme la pena, guardarme todo para poder estar bien y disfrutar.

Las cosas giraron en mi contra, yo lo quise así. Yo decidí así, y está bien. Desearía defenderme, no puedo. Siento que debo ser vapuleado, todo lo que haré ahora está condicionado a la perdición. Es como una maldición. Terminar contigo automáticamente condiciona toda tu vida, y de la nada aparece ello, con una fuerza impresionante botando todo lo que planeas, al segundo, al minuto, al instante.

Cómo quisiera amarte así, de la forma más pura que exista. Besos 100% libres de toda prisa

Todo lo que compartimos, todo lo que vivimos, se ha ido a la mierda.

Sé que está en algún lugar mejor
donde no hay abuso, fuera de este mundo,
quiero, encontrar el medio para yo,
poder hablar con ella, poder decirle a ella


Que aquí, todo está peor,
que al igual que ella, mi voluntad también murió
La quiero saludar, a su oído suspirar,
que mientras yo la extraño,
mi vida desvanece más.

No hay comentarios: