viernes, 18 de febrero de 2011

Orgullo, pasión y fútbol


"El fútbol es el primer deporte del mundo, es el deporte más atractivo para todos los continentes. Si yo tuviera que decir por qué sucede eso, es porque no siempre ganan los poderosos."

Marcelo Bielsa.



Recuerdo un momento de mi niñez:

Era pequeño, tenía como 4 años. Se organizó un partido con todos los chicos del barrio, y yo jugué. Ahí me dí cuenta que era pésimo, no servía para el fútbol. Comencé a detestarlo...

Así estuve hasta los 14 años más o menos. Me reencanté con el equipo de mis amores. Colo-Colo 2006. Su forma de jugar, su planteamiento, sus jugadores, sus goles. Ahí fue cuando me reencanté con el fútbol. Y quise seguir así.

Ahora que tengo 18, me encantaría tener un equipo de fútbol el cual pueda entrenar. No me importa de dónde sean, sólo quiero que aprendan fútbol. Y para eso yo tengo que aprender primero.

El fútbol me ha dado tantas emociones que no tengo cómo pagarle. Y a través de él, he conocido personas que esconden tras de sí su verdadero ser. El Chile de Bielsa fue un sueño, una dosis de fantasía frente a tanta verdad vivida por años. Debo agradecer el poder haber visto a mi selección jugar así, aguerrida, ofensiva, dispuesta a ganar. Dando el 100 por ciento de sus habilidades y talentos. Sudar la gota gorda, pasa así gozar del triunfo o llorar la derrota. Don Marcelo me enseñó cómo poder llevar un proceso, cómo establecer límites y condiciones. Le enseñó a todo el mundo que "sin sacrificio, no hay victoria".

Y a mí también me dió pena y rabia cuando veía que su renuncia obligada de la selección se concretaba. Y comprendí que en este mundo el dinero, la avaricia y el poder de los que manejan los clubes grandes, pueden hacer muchas cosas. Nos farreamos a un técnico de categoría mundial, y más que eso, a una gran persona. Alguien que, con amor propio y por todo el cariño que le dió la gente, quiso sacrificar su permanencia en el país, a cambio de mostrar lo que ya varios sabían, y que no querían reconocer. O en su defecto, sabían y no podían -o no querían- hacer algo al respecto.

Recuerdo cuando, para el partido contra Colombia allá en Medellín, llegaba a casa y vi a mi padre, sólo, sentado frente al televisor, con una cara de siete metros porque Chile iba perdiendo. Pero le dije: "Tranquilo viejo, Bielsa sabe lo que hace". Y claro, don Marcelo no se equivocó. Ese día clasificamos al mundial. Mi papá estaba muy emocionado, y yo también, porque gracias a don Marcelo pude compartir un poco más con mi padre.
Después de eso, llegaron mis amigos, contentísimos. Mi padre hizo un asado y comimos con mucha satisfacción. Sabiendo que ya estábamos listos en el mundial. Esa fría tarde de invierno, se la debo a don Marcelo, y no sé como retribuírsela. Ojalá pueda encontrarme con él en persona, para decirle solamente: "Gracias".

El fútbol se ha quedado en mí para no irse jamás. Estoy convencido de que podré lograr ese sueño, si me lo propongo. Ojalá pueda dirigir algún día. Y ojalá pueda darle mis agradecimientos a don Marcelo por tanta alegría.

No hay comentarios: