viernes, 17 de diciembre de 2010

El mundo se sacude frente a mis ojos

Veo que todo se mueve. Las personas corren, los perros ladran, los gatos huyen veloces, las aves ya no están. Los edificios se tambalean, los postes de luz se mueven sucesivamente en un vaivén trágico. Empiezan los destellos, los zumbidos. Los gritos de la gente ensordecen el paisaje trágico de la ciudad. Los autos tocan sus bocinas a más no poder. Se arman atochamientos enormes en las calles. La gente desesperada sale de sus autos y corre. Vi a una madre con su hija de meses corriendo desesperada. Vi un padre caer con su hijo en brazos, vi unos hermanos corriendo por el parque, vi unos pololos enrarecidos abrazados. El cielo parecía estar tranquilo, las nubes no se movían, no cambiaba de color. La tierra se abría y casi se traga una pareja de abuelos. De repente cayó la noche. Todo estaba oscuro, parecía el fin del mundo. Nadie estaba en la calle, creí que estaba sólo. Todo esto lo ví con mis propios ojos. Todo lo podía ver, todo lo podía escuchar, mas nada pude sentir.

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