miércoles, 18 de marzo de 2009

...hasta que llegaste al mundo...

Eran las 7:30 de la tarde, y tu madre se iba a pabellón a darte luz. Con tu hermano fuimos al mall a sacarnos de la mente el nerviosismo y la preocupación que teníamos por ti y tu madre. De mi parte también había preocupación y especulación sobre tu venida a la tierra, pero el que tenia los pelos de punta, la cabeza por el suelo, y estaba colgado de un perchero de la clínica desafiando la gravedad, era tu hermano. No podía contener las ganas de verte, a ti y a tu madre juntas, sin importar si fueses hombre o mujer, sólo que nacieras completa.
Fueron dos horas de ir y venir sin camino definido con tu hermano. Dos largas horas esperando que llegaras a este planeta, a esta vida.
De una manera tan exacta y con una precisión digna de reloj suizo, llegamos al piso 7, en plena sala de espera, llegaste. Con tu padre vestido de médico y tú recién llegada. Tu hermano calló, y con una felicidad expresada al máximo en su sonrisa, en sus rojos ojos, y en sus lágrimas.
Todos estábamos contentos de verte, Antonia. Nos hiciste sentir aquella sensación perdida con el paso del tiempo. El esperar que alguien llegue a este mundo...

Te deseo lo mejor en esta vida, última sobrina.
Antonia Esperanza Herrera Figueroa.




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