jueves, 15 de septiembre de 2011

Ni tuyo, ni mío: Nuestro turno

Sentí esa necesidad de hablarte. No porque necesitase alimentar aun más mi pena por no tenerte como quería, sino como una muestra de un cambio quizás apresurado. Ya no pasó, simplemente eso. No fue la primera y no será la última vez que pase, las cosas se dieron así. Ya te lloré, ya saqué todo eso que sentía por ti de mi corazón con las lágrimas de la tarde de ayer. Y fue intenso, sí. También doloroso, pero aprendí una lección que no olvidaré nunca. Eso te lo agradezco.
Ahora, tengo miedo. A que te alejes de mí, ya sea porque piensas que soy un masoquista que te habla para alimentar su angustia, o porque quizás pienses que lo seguiré intentando. No es así, ya me quedó claro. Y tampoco es mi deseo que te alejes, porque encontré en ti una persona de confianza. No quiero perder a una amiga por un sentimiento que ya no está. Que es ajeno a lo que siento ahora, que es nuestro bienestar.
Mi turno empezó ese mismo instante cuando dejé de llorar y mis amigos salvaron la jornada.
Gracias por comprenderme en este dolor, y quiero comprender el tuyo también. Quiero apoyarte también, pero si no sé lo que te pasa, ¿cómo puedo hacerlo? Gracias por la preocupación, por ese detalle que es el que te preocupes por mi estado. Yo también quiero hacer lo mismo.

No quiero que tengas miedo de lo que haga, porque ese miedo es lo que me da a mi por perderte de verdad, cosa que no quiero que pase.

Es nuestro turno de ser felices, querida amiga.

:)

No hay comentarios: